Eliminar todos los delitos no parece ser posible, pero sí es factible tratar de evitar que los ilícitos aumenten y procurar que disminuyan. Para ello se mencionan “soluciones” que se dicen podrían servir a ese propósito, entre las cuales se echa mano con mucha frecuencia, al endurecimiento de las penas.
No nos parece que sea “la solución” el estar permanentemente elevando las condenas, y llenando las cárceles con personas, muchas de ellas jóvenes y pobres, como regularmente se ha estado haciendo en este país, y como muchas veces se solicita cuando recrudecen las noticias sobre los delitos que se cometen.
Lo que señalo queda demostrado si se analiza lo que ha sucedido con los delitos contra la propiedad, y entre ellos con el robo.
Como este delito es molesto para la ciudadanía y de común ocurrencia, llena las noticias y comentarios en los medios de comunicación, y provoca sensación de inseguridad, y como reacción se ha ido sistemáticamente aumentando las condenas hasta llegar a una situación como la actual en que es posible ver casos de jóvenes humildes y sin preparación que incurren en el delito de robo con intimidación, a quienes fácilmente con un par de agravantes se le puede condenar a más de 10 años de cárcel, por robar un simple encendedor, y a autores de robo en lugar habitado o destinado a la habitación, a más de 5 años, aún cuando no resulte nadie golpeado ni lesionado, o en el lugar destinado a la habitación no haya ninguna persona al momento del delito, y en cambio vemos en delitos peores como el homicidio y otros, en que a veces los partícipes resultan con condenas de 5 años o menos y en ocasiones hasta los autores salen libres con beneficios. Esta situación de verdadera iniquidad resulta peor aún si se considera que quien mata o quien viola, tiene derecho a rebaja de pena si el delito es tentado o frustrado, en cambio en el caso del robo referido, aún siendo solo en grado de tentativa y en una casa que en esos momentos se encuentra sin moradores, igualmente es castigado como consumado a elevadas penas que pueden pasar los 5 años de privación de libertad en un centro donde supuestamente puede regenerarse.
Cuando se dice que quien roba una gallina desde una casa, podría ir preso por más de cinco años, se dice la verdad, y por mucho que algunos se rían y piensen que ello es una broma, no es más que la cruda y triste realidad de nuestra legislación penal.
Como se ve, hemos llegado al absurdo en que se valoriza más la propiedad sobre las cosas que la vida humana. Asimismo se ha señalado que pese a esas penas tan elevadas, entre los delitos que más han aumentado, están los que atentan contra la propiedad, y entre ellos el de robo, lo que demuestra paladinamente que el subir las penas no ha sido “la solución” ante el delito, y nos parece que la búsqueda de esa ansiada solución corre por más por la vía de establecer buenas políticas de prevención, más que severos castigos, dando más posibilidades de educación a los jóvenes, más oportunidades de trabajo, de hacer deporte, de tener acceso a una recreación sana, más y mejores campañas educativas contra el consumo de drogas, más educación destinada a hacer conciencia en la ciudadanía para que no aliente el robo adquiriendo especies de dudosa procedencia en lugares ampliamente conocidos que son permitidos a plena luz del día, en educar para evitar el embarazo juvenil, y en procurar que no se aliente y ensalce tanto el consumismo agobiante de estos días y que frustra a los jóvenes de escasos recursos, etc.
Julio César Morales Neyra
A B O G A D O
No nos parece que sea “la solución” el estar permanentemente elevando las condenas, y llenando las cárceles con personas, muchas de ellas jóvenes y pobres, como regularmente se ha estado haciendo en este país, y como muchas veces se solicita cuando recrudecen las noticias sobre los delitos que se cometen.
Lo que señalo queda demostrado si se analiza lo que ha sucedido con los delitos contra la propiedad, y entre ellos con el robo.
Como este delito es molesto para la ciudadanía y de común ocurrencia, llena las noticias y comentarios en los medios de comunicación, y provoca sensación de inseguridad, y como reacción se ha ido sistemáticamente aumentando las condenas hasta llegar a una situación como la actual en que es posible ver casos de jóvenes humildes y sin preparación que incurren en el delito de robo con intimidación, a quienes fácilmente con un par de agravantes se le puede condenar a más de 10 años de cárcel, por robar un simple encendedor, y a autores de robo en lugar habitado o destinado a la habitación, a más de 5 años, aún cuando no resulte nadie golpeado ni lesionado, o en el lugar destinado a la habitación no haya ninguna persona al momento del delito, y en cambio vemos en delitos peores como el homicidio y otros, en que a veces los partícipes resultan con condenas de 5 años o menos y en ocasiones hasta los autores salen libres con beneficios. Esta situación de verdadera iniquidad resulta peor aún si se considera que quien mata o quien viola, tiene derecho a rebaja de pena si el delito es tentado o frustrado, en cambio en el caso del robo referido, aún siendo solo en grado de tentativa y en una casa que en esos momentos se encuentra sin moradores, igualmente es castigado como consumado a elevadas penas que pueden pasar los 5 años de privación de libertad en un centro donde supuestamente puede regenerarse.
Cuando se dice que quien roba una gallina desde una casa, podría ir preso por más de cinco años, se dice la verdad, y por mucho que algunos se rían y piensen que ello es una broma, no es más que la cruda y triste realidad de nuestra legislación penal.
Como se ve, hemos llegado al absurdo en que se valoriza más la propiedad sobre las cosas que la vida humana. Asimismo se ha señalado que pese a esas penas tan elevadas, entre los delitos que más han aumentado, están los que atentan contra la propiedad, y entre ellos el de robo, lo que demuestra paladinamente que el subir las penas no ha sido “la solución” ante el delito, y nos parece que la búsqueda de esa ansiada solución corre por más por la vía de establecer buenas políticas de prevención, más que severos castigos, dando más posibilidades de educación a los jóvenes, más oportunidades de trabajo, de hacer deporte, de tener acceso a una recreación sana, más y mejores campañas educativas contra el consumo de drogas, más educación destinada a hacer conciencia en la ciudadanía para que no aliente el robo adquiriendo especies de dudosa procedencia en lugares ampliamente conocidos que son permitidos a plena luz del día, en educar para evitar el embarazo juvenil, y en procurar que no se aliente y ensalce tanto el consumismo agobiante de estos días y que frustra a los jóvenes de escasos recursos, etc.
Julio César Morales Neyra
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